lunes, 22 de octubre de 2012

Transformados para Dios


Transformados para Dios

El Apóstol Pablo en su Carta a los Romanos nos dice, en Romanos 12:2: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."

En los primeros capítulos a los Romanos el Apóstol Pablo les hace ver cuál era su condición y cuáles eran las cosas que Jesús había ganado para ellos, y que ninguna condenación había en Cristo Jesús, Romanos 8:1: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu." El mayor problema que enfrentamos nosotros para vivir una vida plena y el libertad es que no conocemos nuestra posición en Dios, no entendemos cual es nuestra identidad en Dios, por eso no hay cambios, no hay transformación.


Desde el Capitulo 12 en adelante comienza Pablo diciendo "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional." Pablo está diciendo, por lo que ya les enseñe, por cuanto ya saben quienes son en Dios, ahora os corresponde hacer sacrificios vivos, ahora que conocen su condición les corresponde presentarse diariamente delante de Dios, no conforme a este siglo, sino transformados, por medio de la renovación de nuestro entendimiento. Y para esto tenemos que conocer la voluntad de Dios, que tiene tres elementos: es buena, agradable y perfecta. Pablo nos dice que transformemos nuestra manera de pensar, renovar nuestra mente para poner en práctica la voluntad de Dios.

Nos dice que a los beneficios de Dios respondamos como corresponde, ofreciendo sacrificio vivo. Pero no ser refiere a los sacrificios que hacían los judíos en el Antiguo Testamento, No es un sacrificio de animales de lo que habla, sino que debemos ofrecer nuestros cuerpos, todo lo que somos, cada día a Dios.

Entregarnos en un acto de adoración a Dios, un acto de consagración a Dios, un acto espiritual. Pero al mismo tiempo también es un acto físico, ya que nuestros cuerpos están presentes en el acto de adoración. Nuestra mente esta receptiva a las verdades de Dios, nuestras emociones también. Cuando recibimos la misericordia de Dios, se despierta en nosotros la sensibilidad, el amor a Dios. Estos son los frutos del Espíritu Santo que nos revive y vivifica.


Cuando la Biblia habla de este siglo malo, se refiere a este mundo, a un sistema sin Dios, a países sin Dios. Y nosotros no podemos aceptar las normas de un dios que es el diablo, no podemos conformarnos y transformarnos a lo que este mundo tiene como bueno. Como Pedro dice en 1 Pedro 1:14: "como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia..." Dios nos está llamando a la obediencia, como Jesús fue obediente, la Iglesia también tiene que serlo, la obediencia significa que estamos rechazando los deseos que antes nos dominaban, la obediencia nos purifica, nos transforma.

Entonces nada puede quedar igual cuando nosotros conocemos a Jesús, mis hábitos, mis costumbres, mi vocabulario, mi ignorancia, todo cambia. Las cosas que antes practicaba tienen que cambiar.


Debemos comenzar a caminar en el Espíritu, y cambiar nuestras antiguas maneras y comenzar a vivir conforme a lo que Dios nos dejo escrito en el manual de vida, que es Su Palabra, La Biblia.

Por: Carlos Annacondia

Seamos Pacificadores


Seamos Pacificadores

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.” Nuestro Dios es el gran Pacificador y de El tomamos el ejemplo. Ser pacificador es más que ser pacifico.
Pacifico significa amar la paz, tener ideas pacifistas, buscar restablecer la paz. Desear la paz. Es una persona sosegada, tranquila, reposada, que aquieta los ánimos.
Algunas versiones de la Biblia dicen “bienaventurados los que trabajan por la paz”, “dichosos los que luchan por la paz”.

Jesús es el modelo perfecto a  seguir de un pacificador. Su nacimiento trajo paz, su ministerio fue de paz. No podemos nosotros tener paz hasta no estar en paz con Dios.

La paz es el legado, el don que el Señor nos dejo, a sus discípulos no les dejo ni plata ni oro, sino que les dejo lo mejor que tenia, su paz. Juan 14:27: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” En la paz de Jesús están contenidos todos los bienes que un hijo de Dios puede desear o necesitar.

La paz del Señor es la misma paz que los ángeles les desearon a los hombres en el día de nacimiento de Jesús. Lucas 2:14: “Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres.” La paz es la totalidad de todas las bendiciones.

Para ser pacificador se necesita Gozar de paz interior, como dice la Biblia en Colosenses 3:15: “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.”  Y en Filipenses 4:7: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” La paz de Dios supera todo esfuerzo, todo ánimo, todo aliento, cálculo o problema que nuestro entendimiento pueda imaginar.

También se necesita Estar en paz con Dios, la cual se obtiene a través de arrepentirnos y confesar nuestros pecados a Dios. Es ahí cuando quedamos en paz con El.

Otra de las cosas que necesitamos para ser Pacificadores es Estar en paz con los hombres.  Hay situaciones en las que los esfuerzos a favor de la paz fallan. Como Cristianos no debemos ser nosotros los responsables de quebrar la paz. Cuando algo lleve a discordia, no debemos ser nosotros los responsables de haberlo hecho. Intentemos por todos los medios mantener la paz. Pero debemos saber que no podemos ganar la paz negando nuestra fe.

El Espíritu Santo es quien de producir en nosotros este fruto, como consecuencia de estar en Cristo. La Paz trae consigo bienestar, armonía, concordia, solidez, prosperidad, salud, justicia. La paz viene como un don de Dios. Cuando nos reconciliamos con Dios nace nuestra paz interior.

Creamos en la paz, seamos gente de paz; en el hogar, con la familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, en la Iglesia, con todos debemos ser portadores de Paz!